domingo, 20 de junio de 2010

Espías en la ciudad

Mis piernas no paraban de temblar. En el piso: las fotos, la polera, las notas con "te amo", los cd's; los pocos recuerdos de mi última relación. Revolví toda mi habitación en búsqueda de sus cosas.
Así que luego fui a la cocina, tomé una bolsa negra y furiosa coloqué todas esas cosas dentro. La llené por completo. Era imposible sacar la bolsa del departamento sin que alguien se diera cuenta. Tomé la bolsa y salí corriendo de mi cuarto rumbo a la calle.
Era de noche, ya habían recogido la basura. No podía dejar la bolsa ahí. No soporté la idea de tener todas sus pertenencias conmigo una noche más. Decidida y absolutamente ida en el momento, tomé un taxi y me fui a la casa de mi amiga Conchita. Ella me recibió con unas chelas y hablamos sobre el contenido de la bolsa y de mi ex. Pasó el tiempo y se acabaron las chelas y aún tenía la maldita bolsa conmigo.
Me despedí de Conchita y busqué el primer tacho que vi. Un serenazgo me miraba de forma sospecha. Diablos, no podía ni siquiera deshacerme de eso tranquila ¡Qué mierda de vigilantes!
Seguí caminando hasta cruzar el parque bajo la mirada de paseantes y policías, rayos, como joden las pelotas a una chica con una bolsa negra en manos. Así que estuve paseando la bolsa un gran rato hasta que pude encontrar un tacho sin guardianes a la vista ni gente molestosa y deposité la bolsa con una cruz de olvido.
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